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La regla de oro en el noviazgo cristiano

  ¿Alguna vez te pusiste a enumerar cada uno de los consejos que te han dado sobre el noviazgo? ▪         Estén de novios al menos un año ▪         No estiren el noviazgo más de un año. ▪         Salgan siempre en grupos, con amigos. ▪         Asegúrense de tener un tiempo a solas también. ▪         No se besen antes de casarse. ▪         Pero, ¿cómo pueden saber si hay "química" entre ustedes si no se besan? ▪         Dejen en claro cuáles son los límites. ▪         No hagan exactamente lo que otros hicieron. ▪         Pasen mucho tiempo juntos. ▪         Midan la cantidad de tiempo que pasan juntos. ▪         Conozcan a varias personas antes de comprometerse con una. ▪         Mejor no traten de conocer a nadie hasta que estén realmente listos para casarse.  La lista podría seguir. De hecho, si eres parte de una comunidad cristiana, seguro tengas más cosas para agregar. El punto es que, aunque entre cristianos todos sigamos a Cristo, leamos la misma Biblia y tengamos un mis

Estudiando una carrera para la gloria de Dios

 

Hace más de 500 años, aconteció uno de los hitos más grandes en la historia de la humanidad: la Reforma Protestante. En aquel momento Dios utilizó, providencialmente, a un grupo de hombres y mujeres para traer luz en medio de una crisis religiosa generalizada. Los hechos son bien conocidos; los reformadores pusieron en alto la Palabra de Dios, la justificación por la fe, y definieron afirmaciones doctrinales tales como las “cinco solas”1, entre otras. Una de las tantas consecuencias que ha tenido la Reforma fue la noción de que nuestras tareas cotidianas también son hechas para el Señor. Tal es así que se acuñó la frase Coram Deo, la cual deriva del latín cora que significa “en presencia de” y deo que significa “Dios”. En otras palabras, lo que los reformadores quisieron afirmar con esto es que vivimos nuestra vida entera en la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios y para la gloria de Dios.2

Pero como bien sabemos, esta verdad no la inventaron los reformadores ni tuvieron alguna revelación particular para poder declararla. Lo único que ellos hicieron fue interpretar correctamente las Escrituras a partir de aquello que Dios enseña a través de Pablo en 1 Corintios 10:3: “Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. Lo que está queriendo decir Pablo aquí con “todo” es literalmente todo, eso incluye nuestros estudios terciarios o universitarios. 

Usando la mente que Dios nos dio

Ya sea que te encuentres finalizando la secundaria y estés considerando inscribirte en una carrera o bien estés avanzada en tus estudios superiores, todas sabemos que estudiar requerirá un esfuerzo mental extra; muchas horas de clase presencial o virtual, otras tantas leyendo libros o manuales, algunas más haciendo resúmenes y, como si fuera poco, un par más haciendo trabajos prácticos individuales o grupales. Quizás alguien podría decir que todo esto suena a demasiado sacrificio y que en realidad no vale tanto la pena, que es algo terrenal y que no deberíamos invertir tanto tiempo en estudiar habiendo tantas otras cosas importantes para hacer. Sin embargo, poder estudiar una carrera es un regalo de Dios y una oportunidad para glorificarlo a Él en esta tierra, ser de testimonio a las personas que nos rodean, cumplir con el mandato cultural de Génesis (1:28, 2:15) y ser fieles mayordomos de lo que el Señor nos ha entregado (ver Mateo 25:14-30).

Debido a que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, somos seres racionales y tenemos capacidad para pensar. Como afirma John Stott (2005): “Dios se ha revelado de palabras a mentes”. Nuestro Señor ha hablado a través de la Biblia, y para poder leerla necesitamos hacer uso de nuestro raciocinio. Podemos afirmar que si Dios nos creó con una mente racional, es porque Él quiere que la utilicemos y lo glorificamos al hacerlo. Por otro lado, Dios se ha revelado a través de la naturaleza (Romanos 1:19-20, Salmos 19:1-4), a lo que estudiar una carrera nos permitirá profundizar en nuestro conocimiento de aquello que Dios ha creado y cómo ha obrado a lo largo de la historia. Ya sea que estés en un laboratorio observando con un microscopio estructuras celulares, estudiando algún idioma o la anatomía del cuerpo humano, o bien la historia del pensamiento moderno, todo esto será una arista más de aquello que el Señor ha decidido revelar a través de su creación. Estudiando una carrera podremos amar más a Dios, porque le conoceremos más y, asombradas, lo alabaremos por todo lo que ha creado. A su vez, podremos amar más a nuestro prójimo, porque estaremos para servirle con las herramientas que nuestras carreras nos han proporcionado.


Atentas al engaño

Algo que puede obnubilar nuestros pensamientos con respecto a los estudios es la falsa dicotomía de que aquello que hacemos para Dios es lo que está directamente relacionado con actividades ministeriales y que todo lo que esté por fuera de ese marco, ya sea el trabajo, los quehaceres del hogar o, en este caso, los estudios, son actividades “seculares”. Al respecto, R.C. Sproul afirmó lo siguiente: “El cristiano que compartimenta su vida en dos secciones, la religiosa y la no religiosa, no ha entendido la gran idea. La gran idea es que, o toda la vida es religiosa, o nada de ella lo es. Dividir la vida entre lo religioso y lo no religioso es, en sí mismo, un sacrilegio”.3 Esta cosmovisión dicotómica es sumamente peligrosa para nuestra etapa de estudios, ya que al aceptar una visión dualista de la vida cristiana, dejamos nuestra fe en la puerta de la facultad. Lamentablemente, la consecuencia lógica de esto será que nos volveremos vulnerables al engaño.

Pablo les escribe una carta a los cristianos de Colosas buscando combatir una herejía que, según algunos comentaristas, probablemente haya sido una forma de filosofía judía con influencia griega, como el gnosticismo, o una “espiritualidad” que consideraba a los cristianos como aún vulnerables a las fuerzas espirituales, negando la suficiencia de la obra de Cristo para la salvación. La advertencia es clara:

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8, versión Reina Valera 1960).

La frase “os engañe” se refiere al término que significa “robar”, aludiendo a que lo que hacen los falsos maestros que tienen éxito en hacer que las personas crean sus mentiras es robar la verdad.4 Con mucha preocupación en su corazón, Pablo busca alertarlos para que no sean engañados con razonamientos persuasivos (Colosenses 2:4) y los exhorta a andar en Cristo, firmemente arraigados y edificados en Él, tal como fueron instruidos (Colosenses 2:6-7). No debemos ser ingenuas, la facultad nos querrá ofrecer otro evangelio y su propia “verdad”. Ya sea que estudies humanidades, ciencias o artes, todas y cada una de las disciplinas académicas querrán ofrecer soluciones al problema del mal en el mundo, la condición del hombre y el fin de la historia desde una cosmovisión humanista y atea, que no será más que necedad (Romanos 1:22-23). Todo esto tendrá el potencial para trastabillar nuestras convicciones si no permanecemos fundadas y firmes en la fe (Colosenses 1:23).

Querida hermana y amiga, la mejor manera de permanecer firmes en la fe y arraigadas a nuestro Señor en nuestra etapa como estudiantes es no descuidando las disciplinas espirituales y haciendo uso de los medios de gracia que Dios, en su amor, nos ha otorgado: el estudio de la Palabra, la oración y la comunión con los hermanos. Algunos consejos al respecto:

Estudiá con diligencia las Escrituras. Antes de iniciar mi carrera universitaria recibí un consejo que me animó y exhortó todos esos años: “Por cada libro de la facultad que leas, lee mucho más la Biblia”. Como creyentes, urge que pasemos tiempo estudiando la Palabra de Dios de manera diligente y exhaustiva. Debemos renovar nuestra mente (Romanos 12:2) para poder discernir con pensamiento crítico aquello que escuchamos y aprendemos en las aulas y los libros, y así podamos filtrar todo a través de las Escrituras (1 Tesalonicenses 5:21), llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5). Estudiar en profundidad la Palabra nos ayudará en tiempos de dudas y nos capacitará para poder presentar defensa de nuestra fe con mansedumbre y reverencia cuando se nos demande (1 Pedro 3:15).

Cultivá una vida de oración. El Dios de toda gracia no solo quiere hablarnos a través de Su Palabra, también quiere escucharnos. Las Escrituras afirman que Él inclina su oído a nuestras oraciones (Salmos 116:1-2, 1 Juan 5:14). Cuando estés estresada o frustrada por algún examen, acude al Señor en oración. Cuando estés feliz por un buen desempeño, acude al Señor en oración. Cuando luches con el ego intelectual o la competitividad académica, acude al Señor en oración. No creas la mentira de que esto es algo muy banal como para entregárselo al Señor; Dios nos manda a que practiquemos la oración de manera constante (Romanos 12:12) y que oremos sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17), por lo que eso incluye esta preciosa etapa de nuestra vida también.

No descuides la comunión con los hermanos. Cuando el Señor nos salva por gracia, no nos deja solas frente al mundo, sino que nos inserta en una familia de la fe (Filipenses 1:5, Efesios 3:6). Este medio de gracia no posee excepción alguna, ya que no depende de cuántos años tengas en la fe o en qué etapa de la vida estés, todas nos necesitamos unas a otras. Muchas veces caemos en la trampa de creer que, como nuestro tiempo ahora es más limitado por estar estudiando, ya no podremos tener comunión con nuestros hermanos y eso está justificado. ¡Grave error! En Hebreos 10:24-25, el Señor nos manda a no dejar de congregarnos, sino más bien a tenernos en cuenta unos a otros a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. Durante esta etapa de estudios necesitamos categóricamente fortalecer nuestros vínculos con hermanas que busquen honrar al Señor, rendir cuentas a ancianas maduras en la fe, pedir consejo para saber qué decisiones tomar y no perdernos la bendición de participar en la adoración congregacional.


En conclusión, estudiar una carrera es uno de los muchos beneficios que nos concede el Señor en este peregrinaje sobre la Tierra. Poder transitar esta etapa siendo conscientes de que lo hacemos Coram Deo será fundamental para glorificar al Señor a través de nuestros estudios y mantenernos alertas ante el engaño. Si somos honestas, es probable que, ante fechas de exámenes, compromisos asumidos en la facultad y la presión por terminar la carrera, muchas veces tendamos a descuidar las disciplinas espirituales. Al hacerlo, no solo nos estamos volviendo vulnerables, sino que estamos pecando ante nuestro Señor y debemos arrepentirnos por esto. Es mi deseo que juntas podamos animarnos a fijar nuestra mirada en el Señor durante nuestro paso por la facultad, con el propósito de amarlo cada día más y amar mejor a nuestro prójimo, dándole sólo a Dios la gloria.

Escrito por Abigail Alcaraz Vega.




Bibliografía

Stott, J. (2005). “Creer es también pensar”. Certeza.

1 Sola Scriptura (solo la Escritura), Sola Gratia (solo por gracia), Sola Fide (solo por fe), solus Christus (solo Cristo), Soli Deo Gloria (solo a Dios la gloria).

2 Sproul, R. C. (2017). Ligonier. Recuperado de https://www.ligonier.org/learn/articles/what-does-coram-deo-mean

3 Sproul, R. C. (2017). Ligonier. Recuperado de https://www.ligonier.org/learn/articles/what-does-coram-deo-mean

4 Comentario de John MacArthur correspondiente al libro de Colosenses, Cap. 2, versículo 8. En Biblia de estudio MacArthur Reina Valera 1960


Comentarios

  1. Mancuello Samanta12 de abril de 2023, 5:49

    Muy hermoso el lema y versículo de hoy! Realmente edificante y de mucho animo para saber sobrellevar nuestras tareas en todas las areas que nos podamos encontrar! Gracias por el compartir❤️ Dios siga extendiendo su evangelio en donde quiera que estemos. Bendiciones

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  2. Precioso artículo! Gracias por escribir y hablar la verdad de Dios con tanta claridad. Dios bendiga su palabra y este ministerio 🙏🏻

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  3. Gracias por el articulo, que glorificar a Dios en todo lo que hagamos sea nuestro principal objetivo cada día de nuestras vidas.

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