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La regla de oro en el noviazgo cristiano

  ¿Alguna vez te pusiste a enumerar cada uno de los consejos que te han dado sobre el noviazgo? ▪         Estén de novios al menos un año ▪         No estiren el noviazgo más de un año. ▪         Salgan siempre en grupos, con amigos. ▪         Asegúrense de tener un tiempo a solas también. ▪         No se besen antes de casarse. ▪         Pero, ¿cómo pueden saber si hay "química" entre ustedes si no se besan? ▪         Dejen en claro cuáles son los límites. ▪         No hagan exactamente lo que otros hicieron. ▪         Pasen mucho tiempo juntos. ▪         Midan la cantidad de tiempo que pasan juntos. ▪         Conozcan a varias personas antes de comprometerse con una. ▪         Mejor no traten de conocer a nadie hasta que estén realmente listos para casarse.  La lista podría seguir. De hecho, si eres parte de una comunidad cristiana, seguro tengas más cosas para agregar. El punto es que, aunque entre cristianos todos sigamos a Cristo, leamos la misma Biblia y tengamos un mis

El llamado a la maternidad y la brevedad de la vida

 

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría”.

Salmos 90:12

Primeramente, quisiera compartirles lo que Dios ha usado en este último tiempo para exhortar mi vida: la brevedad  y la transitoriedad de la vida. Cada día compruebo más y más la necesidad que tengo de recibir la gracia de Dios para responder a Su llamado, de tal manera que pueda honrarlo.

Al leer el Salmo 90 y al entender que Dios es quien da la sabiduría, me pregunto: si la vida es tan breve y hay tanto para hacer, sumado a que soy madre de niños pequeños, ¿cómo puedo aplicar la sabiduría a mi llamado a la maternidad?

Si pudiéramos resaltar algo de las palabras de Moisés en este salmo, debería ser el hecho de que la sabiduría que nosotras podamos adquirir para vivir sin desperdiciar el tiempo como madres tendría que ser sabiduría proveniente de Dios. Entonces, ¿porque Moisés nos enviaría a buscar sabiduría en la Palabra de Dios? Es interesante ver que Moisés, aunque se crió con los hombres más sabios del mundo, como los egipcios, y aunque era el hijo adoptivo de la hija del Faraón, no nos envía al mundo para aprender a ser sabios. Tampoco nos dice que debemos adquirir sabiduría en determinado seminario o en una escuela para sabios, ni que busquemos un gran maestro con años de experiencia; sino, nos envía a buscar sabiduría en la persona de Dios.

Es ahí que viene a mi mente la vida de Jocabed y el breve tiempo que esta madre tuvo para instruir e influenciar  la vida de Moisés, autor de este salmo. Pensemos un poco en lo que dicen las Escrituras sobre esta madre. Según Éxodo 2, Jocabed se dispuso a responder su llamado a la maternidad con fidelidad y valentía. Recordemos que ella escondió a su hijo por tres meses por causa de las amenazas del Faraón en cuanto a exterminar a todos los niños del pueblo hebreo menores de 2 años.

En un acto de valentía, fe y creatividad, Jocabed tomó una arquilla de juncos, la calafateó con asfalto y brea, y puso allí al niño para luego colocarlo en el río y descansar en la providencia de Dios. Cuando la hija del faraón encontró a este niño en el río, lo adoptó como suyo y se lo dio a una de las mujeres de los hebreos para que lo cuidara hasta la edad adecuada. Providencialmente, esa nodriza fue Jocabed, su propia madre. Créanme que, según dicen las Escrituras, ella hizo buen uso de la sabiduría en el breve tiempo que tuvo para influenciar la vida de Moises durante su infancia. Este poco tiempo bastó para que Dios formara los fundamentos bíblicos más profundos en la vida de Moises, para luego convertir a ese niño en el libertador del pueblo hebreo.

Como dije, Jocabed hizo buen uso del poco tiempo que tuvo para influenciar a su hijo y no desaprovechó ni un segundo. Estos primeros años fueron los que más influenciaron la vida de Moisés, de tal manera que, a pesar de la posición de nobleza que luego Moisés adquirió al ser llamado hijo de la hija del faraón, nada lo persuadió a renunciar a sus creencias fundadas por su verdadera madre. Los años de formación en la primera etapa de la vida de este hombre hicieron la gran diferencia, y fueron las convicciones bíblicas más firmes, enseñadas por una madre piadosa y temerosa, las que lo motivaron a renunciar al derecho al trono y a gozar de los placeres temporales del pecado. Él prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios porque tenía por mayor riqueza el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios, y la razón pudo haber sido porque, quizás, su madre le había enseñado a nunca bajar la mirada puesta en el galardón (Hebreos 11:23-27).

¡Qué hermoso desafío tenemos como madres! Debemos reconocer que el tiempo que invertimos en la crianza de nuestros hijos, aunque  nos parezca muy breve, tendrá repercusiones eternas si lo usamos con sabiduría y descansando en la gracia de Dios. De esto se trata la maternidad, de la eternidad de nuestros hijos, lo cual no solo abarca un momento de nuestras vidas, sino que todas nuestras fuerzas y oraciones deben estar enfocadas en las almas de nuestros pequeños. Algo que me ayuda a enfocarme en este propósito es pensar justamente en el salmo 90 y en la brevedad de la vida. Solo Dios conoce el tiempo que tenemos para invertir en la vida de nuestros hijos.

A veces, el cansancio, la pérdida de paciencia, el deseo de no escuchar peleas y berrinches por cosas insignificantes, la ropa sucia de todos los días, el desorden, la alimentación equilibrada y saludable, el peso que nos ponemos encima por las opiniones de otras madres y las comparaciones que acechan nuestros corazones y que nos desalientan en esta sublime tarea hacen que el propósito de la maternidad se reduzca al simple hecho de querer que el día termine, acostar a nuestros hijos y, finalmente, tener un tiempo de paz para nosotras.

Todo aquello hace que sea difícil pensar en las implicancias o repercusiones de nuestra maternidad a largo plazo porque la forma en la que vivimos me hace creer que sería más fácil vivir para lo temporal, ya que es  más concreto. Vivimos para el hoy, el ahora, pero ¿se trata de eso la maternidad? ¿Se trata de que llegue la noche para que pueda acostar a los niños y sobrevivir un día más? No, la maternidad se trata de la eternidad de nuestros hijos, y aunque el tiempo que tenemos es breve, el llamado es sublime.

Qué alentador es para mí, como madre, las palabras del salmista en el Salmo 39:4, 6: “Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy. ¡Ciertamente como una sombra es el hombre!”. Es alentador porque Dios vuelve mi mente y mis pensamientos a lo que Él dice en Su Palabra que es bueno y necesario para mí con respecto a esta etapa de mi vida. Es alentador porque cuando estamos cansadas de la crianza de nuestros hijos, cuando pensamos que las cosas que hacemos no son de gran importancia, cuando vemos que no hay fruto de arrepentimiento en ellos, podemos estar seguras que el Dios de toda gracia estará cumpliendo su propósito en ellos, a través de Su Palabra, la cual le enseñamos nosotras.

Me gustaría animarlas contando brevemente la historia de John Newton, autor del himno Sublime Gracia, y de la influencia de su madre. Toda la instrucción bíblica que recibió este hombre fue de parte de su madre, quien, debido a que  sufría por tener un cuerpo frágil y enfermo, solo pudo influenciarlo hasta sus 7 años de edad para que camine con el Señor. Fue hasta esa edad que su madre le dio los fundamentos cristianos. La historia cuenta que John Newton no tuvo ningún tipo de instrucción cristiana luego de que su madre murió.  Al crecer, llegó a convertirse en un esclavista que trabajó en el mercado de esclavos y cometió todo tipo de atrocidades, hasta que un día el evangelio de la gracia de Dios resplandeció en su corazón. Fue en aquel momento que Dios trajo a su memoria todo lo que su madre le había enseñado en esos pocos años que tuvo para influenciar su vida. Maravillosa gracia en la vida de John Newton que nos enseña que aun las pequeñas cosas que hacemos en la vida de nuestros hijos para conducirlos a Cristo importan, que están absorbiendo mucho más conocimiento de la Palabra de lo que pensamos y que no somos conscientes de la manera en que el Espíritu Santo obra en nuestros hijos por medio de la Palabra predicada en nuestro hogar. Imaginen los clamores de esa madre, quien sabía que el tiempo de vida se le estaba acortando, y cómo aprovechó cada minuto de su corta vida para invertir hasta su último aliento en influenciar a su hijo para bien.

Querida mamá, quiero animarte a descansar en Dios porque cada día cuenta y cada esfuerzo vale la pena.  Oremos, clamemos con todas nuestras fuerzas a Dios por nuestros hijos y sembremos la Palabra en sus corazones hasta que ellos sean capaces de atesorarla (Salmos 119:11). Sembremos siempre la Palabra de Dios; sembremos para la eternidad. No nos cansemos de hacer el bien porque, a su tiempo, segaremos si no desmayamos (Gálatas 6:10).

Mamá, no estás sola. El mismo Dios que te llamó a la maternidad es el mismo Dios que te capacita (Romanos 8:29). Él te extiende su gracia hoy para que acudas a él, fuente de todo bien, y respondas a tu llamado en obediencia y fe. Es mi oración que podamos vivir cada día como si fuera el último y que cada día cuente para mostrarle a nuestros hijos la salvación y el gozo que hay en la persona de Cristo.


Escrito por Raquel Tonelli.

Comentarios

  1. Los hijos son un regalo Dios. Solo debemos seguir sus enseñanzas para que lleguen a su madurez de la mano del Señor
    Amen

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  2. ¡Una bendición gigante!

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  3. Sublime Maternidad !!!!

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  4. Amén!! gracias hermana por compartir tu experiencia y guiarnos biblicamente. :)

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  5. Que llamado santo la maternidad! Gracias hermana por alentar nuestro corazón y a ser conscientes de la brevedad de la vida y la marca del evangelio que dejaremos en nuestros hijos.

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