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La regla de oro en el noviazgo cristiano

  ¿Alguna vez te pusiste a enumerar cada uno de los consejos que te han dado sobre el noviazgo? ▪         Estén de novios al menos un año ▪         No estiren el noviazgo más de un año. ▪         Salgan siempre en grupos, con amigos. ▪         Asegúrense de tener un tiempo a solas también. ▪         No se besen antes de casarse. ▪         Pero, ¿cómo pueden saber si hay "química" entre ustedes si no se besan? ▪         Dejen en claro cuáles son los límites. ▪         No hagan exactamente lo que otros hicieron. ▪         Pasen mucho tiempo juntos. ▪         Midan la cantidad de tiempo que pasan juntos. ▪         Conozcan a varias personas antes de comprometerse con una. ▪         Mejor no traten de conocer a nadie hasta que estén realmente listos para casarse.  La lista podría seguir. De hecho, si eres parte de una comunidad cristiana, seguro tengas más cosas para agregar. El punto es que, aunque entre cristianos todos sigamos a Cristo, leamos la misma Biblia y tengamos un mis

No se olviden de la hospitalidad

 

Amiga y hermana en Cristo, ¿qué pasaría por tu mente si tu pastor se acercara a ti y te preguntara si estarías dispuesta a hospedar a un matrimonio en tu casa por una semana, ya que acaban de llegar de viaje y no tienen dónde alojarse? ¿Responderías inmediatamente con un sí o le darías un no rotundo?

Muchas personas se incomodan al pensar que tienen que abrir su hogar a unos “extraños” y prefieren no hacerlo poniendo numerosas excusas como el tamaño de su casa o su situación económica, entre otras cosas, para evadir esa situación.

Probablemente es mucho más fácil para algunos mostrar hospitalidad al invitar gente a su casa para compartir una comida en su mesa que al dar alojamiento a visitantes por un par de días. Nos concentraremos en esa última parte de la hospitalidad, que es cuando uno recibe gente en su casa para que pasen una o más noches bajo su techo.

Un mandato bíblico

¿Qué nos enseña la Palabra de Dios acerca de la hospitalidad? En 1 Pedro 4:9 se nos dice:

Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones (Versión RV 1960).

Creo que el apóstol Pedro hablaba acerca de aquella forma de hospedar porque sabía que no siempre era del todo fácil; la predisposición para hospedar tiene mucho que ver con nuestra actitud y nuestra motivación. Aparentemente había algunos en aquella época que no hospedaban con un corazón alegre y el apóstol quería enfatizar la forma correcta para hacerlo: sin quejas.

En Romanos 12:13 el apóstol Pablo incluye lo siguiente en la lista de los deberes cristianos:

 Que el amor sea sin fingimientocontribuyendo para la necesidad de los santos, practicando la hospitalidad” (Versión NBLA).

Pablo nos muestra que el amor sin fingimiento colabora con las necesidades de nuestros hermanos en Cristo en el área de la hospitalidad. En aquella época se requería hospedar por varias razones, tal como es el caso hoy en día también.

Tito 1:7; 8 enseña que uno de los requisitos para quien anhela el obispado en la iglesia es ser hospedador. En 1 Timoteo 5:10 Pablo dice que las viudas de la iglesia deben practicar la hospitalidad para ser tomadas en cuenta a la hora de recibir ayuda financiera dentro de la congregación. Servir a otros debe ser un sello que marca a cada creyente. No es una opción, sino un mandamiento divino que no debe ser olvidado.

Ejemplos bíblicos del hospedaje

En las Escrituras tenemos suficientes ejemplos de personas que dieron hospedaje y lo consideraron como un alto honor. Algunos de ellos, que impactaron mi vida y me sirvieron de inspiración, son:

  1. Gayo. Se decía de él que era hospedador de todo el mundo (Romanos 16: 23a). Creo que no tenemos que investigar mucho para saber que él poseía la virtud de ser un excelente anfitrión al abrir sus puertas para los hermanos en la fe. Pablo era testigo de ese noble servicio, el cuál él mismo disfrutó.
  2. Otro caso que me impactó es el de Publio, quien era un hombre principal en la isla de Malta, donde el apóstol Pablo y sus compañeros naufragaron y fueron hospedados por tres días mientras el padre de Publio se encontraba en cama por una enfermedad. Pablo entró donde estaba el enfermo, oró y lo sanó (Hechos 28: 7, 8).
  3. Priscila y Aquila. Le dieron posada a Pablo por más de un año y mostraron su hospitalidad a Apolos para instruirlo más correctamente en las Escrituras (Hechos 18).
  4. Mi ejemplo favorito es el de Lidia, una vendedora de púrpura quien insistió al apóstol Pablo para que él y su comitiva se quedaran en su casa cuando ellos visitaron su ciudad. Consecuentemente, toda la familia de Lidia llegó a conocer a Cristo. ¡Allí se estableció la primera iglesia en Europa! (Hechos 16:14,15).

A través de estos ejemplos, vemos que brindar alojamiento puede ocurrir bajo diferentes circunstancias. Muchas veces se requiere de un gran sacrificio y de voluntad para servir, pero al mismo tiempo, hospedar otorga grandes beneficios para la obra evangelística y trae también bendiciones personales.

Negación bíblica para el hospedaje

Existen algunos motivos válidos para negarle a alguien el hospedaje. Por ejemplo, una situación económica muy precaria en el hogar o falta de espacio, entre otras cosas. Sin embargo, la Palabra de Dios nos advierte acerca de dos casos en especial:

1.       Los falsos maestros

A través del apóstol Juan, en 2 Juan 10-11, se nos dice que nos apartemos de los que se desvían y no permanecen en la enseñanza de Cristo, y que no los recibamos en casa porque nos podrían desviar de la verdad.

 

2.       El hermano que persiste en pecar

Pablo nos dice en 1 Corintios 5:11-13 que no andemos en compañía de los que se llaman hermanos pero practican el pecado. Nos dice que ni siquiera comamos con ellos.

 

Esas dos advertencias pudieran parecer fuertes e “injustas”, o denotar falta de amor; aun así,  la sabiduría del Señor no se debe negociar.

 

Cómo hospedar de una forma placentera

Hay quienes estarían dispuestos a hospedar pero no saben cómo hacerlo. En el capítulo cuatro de mi libro Atrévete a hospedar, doy algunos “tips” de cómo practicar la hospitalidad de la forma más agradable posible. Resumiría esas recomendaciones en tres puntos:

  1. La bienvenida

La amabilidad es el primer paso para hacer sentir bien y como en casa al huésped. El hogar puede estar en perfectas condiciones, pero si no hay amabilidad, no será una estadía placentera. En ese caso, no importa que les brindes a tus invitados la mejor comida porque sin dudas tendrá un sabor desagradable.


  1. La limpieza

Considero que la limpieza y la higiene son los aspectos más importantes para mí y para muchos a la hora de dar o recibir posada; nadie quiere ser hospedado en un lugar desordenado y sucio. Alguien me dijo una vez que las dos cosas que más valoraba al momento de ser hospedada en una casa eran la cocina y los baños limpios. Recuerdo que una vez nos tocó, como familia, quedarnos en un hogar muy humilde. A pesar de eso, la habitación y el baño estaban limpios y en orden, y aunque tuvimos que bañarnos con agua fría, la estadía fue muy reconfortante.


  1. El respeto mutuo

Eso abarca varios aspectos de la convivencia como: la privacidad del otro, la comprensión y el agradecimiento. Es una avenida de dos vías. El huésped o el anfitrión puede contribuir al éxito o al fracaso de la estadía. Ambos deberían practicar el hecho de ver al otro como superior a mismo (Filipenses 2: 3, 4). Lamentablemente, por causa de malas experiencias en cuanto al hospedaje, muchas personas deciden no “correr riesgos” y omiten ese mandamiento. Aun así, debemos hacer el esfuerzo de nuestra parte y dejar el resto en las manos del Señor.

Jesús, un modelo de la hospitalidad

Jesús manifestó claramente a sus discípulos en Lucas 9: 58 que Él no tenía dónde recostar su cabeza, dando a entender que no tenía posesión alguna aquí en la tierra. No obstante, cuando sus nuevos discípulos, Andrés y Simón Pedro, indagaron sobre su residencia, Él gustosamente los llevó a donde moraba y se quedaron con Él esa noche (Juan 1:38, 39). Definitivamente, Jesús siempre fue y será el mejor anfitrión de todos los tiempos. ¿No lo crees, amiga? Un día disfrutaremos plenamente de la hospitalidad eterna de nuestro amado Salvador porque Él dijo que iba a preparar morada para nosotras en la casa de su Padre, y allí estaremos con Él ¡por siempre! (Juan 14: 2, 3).

La Biblia no nos exige demasiado para poder ser hospitalarias en nuestro hogar. No necesitamos una casa grande y lujosa, o comida de gourmet para recibir visitas. No son necesarios los cubiertos más finos que hayan en el mercado ni las sábanas más elegantes para impresionar a los visitantes; se trata de servir al prójimo y estar atentas cuando se presente la oportunidad para hacerlo.

Dar hospedaje es un mandamiento de Dios para obedecer y cada cristiano debe hacerlo sin excepción de etnias, cultura o posición social y económica.

 Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados; solo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros (Gálatas 5: 13).

Querida hermana en Cristo, te animo a empezar a practicar ese mandato del hospedaje si no lo estabas haciendo, dándole la debida importancia. A lo mejor el Señor te invita a abrir tu hogar para el estudio bíblico de un grupo pequeño de la iglesia o quiere que reserves una habitación para dar posada cuando sea necesario.

A ti, que sí tienes experiencia en hospedar, te animo a seguir practicándolo y a mejorar en ciertas áreas que quizás necesitan un cambio de tu parte.

Aprende de los ejemplos bíblicos y de Jesús, y recibe sus bendiciones. Entiende que el hospedaje es un acto de amor al prójimo y que debemos dar de gracia lo que por gracia hemos recibido. No te olvides de la hospitalidad y de ser una excelente anfitriona para la gloria de Dios.

Permanezca el amor fraternal.  No se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles (Hebreos 13: 2).


Escrito por Valerie Hooi de Balootje.



Acerca de la autora

Valerie Hooi de Balootje es de Curazao, una isla neerlandesa del Caribe. Está casada con Kenneth Pedro Balootje hace ya 31 años. Tienen dos hijos adultos ya casados, Kevin y Kenrison, y una nieta, Alysha. Valerie y Kenneth sirven como misioneros en República Dominicana desde 1994.

En cuanto a su profesión, Valerie es maestra. En cuanto al servicio en la iglesia local, por un lado, sirve en el ministerio de enseñanza a las mujeres y, por el otro, en el ministerio de parejas junto con Kenneth.

Actualmente, se congregan en la Iglesia Bíblica Sola Gracia de Santo Domingo en República Dominicana. Kenneth es director del ministerio Sembrando para la Eternidad, el cual se enfoca en el evangelismo y discipulado a través de diferentes métodos y actividades. 

Hasta el presente, Valerie ha escrito dos libros. El primero se titula Más allá de las carcajadas y el segundo, Atrévete a hospedar. Este último se encuentra disponible en Amazon tanto en formato físico como digital.

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