Amiga
y hermana en Cristo, ¿qué pasaría por tu mente si tu pastor se acercara a ti y
te preguntara si estarías dispuesta a hospedar a un matrimonio en tu casa por
una semana, ya que acaban de llegar de viaje y no tienen dónde alojarse?
¿Responderías inmediatamente con un sí o le darías un no rotundo?
Muchas
personas se incomodan al pensar que tienen que abrir su hogar a unos “extraños”
y prefieren no hacerlo poniendo numerosas excusas como el tamaño de su casa o
su situación económica, entre otras cosas, para evadir esa situación.
Probablemente
es mucho más fácil para algunos mostrar hospitalidad al invitar gente a su casa
para compartir una comida en su mesa que al dar alojamiento a visitantes por un
par de días. Nos concentraremos en esa última parte de la hospitalidad, que es
cuando uno recibe gente en su casa para que pasen una o más noches bajo su techo.
Un mandato bíblico
¿Qué
nos enseña la Palabra de Dios acerca de la hospitalidad? En 1 Pedro 4:9 se nos
dice:
Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones (Versión RV 1960).
Creo
que el apóstol Pedro hablaba acerca de aquella forma de hospedar porque sabía
que no siempre era del todo fácil; la predisposición para hospedar tiene mucho
que ver con nuestra actitud y nuestra motivación. Aparentemente había algunos
en aquella época que no hospedaban con un corazón alegre y el apóstol quería
enfatizar la forma correcta para hacerlo: sin quejas.
En
Romanos 12:13 el apóstol Pablo incluye lo siguiente en la lista de los deberes
cristianos:
”Que el
amor sea sin fingimiento…contribuyendo
para la necesidad de los santos, practicando la hospitalidad” (Versión NBLA).
Pablo
nos muestra que el amor sin fingimiento colabora con las necesidades de
nuestros hermanos en Cristo en el área de la hospitalidad. En aquella época se
requería hospedar por varias razones, tal como es el caso hoy en día también.
Tito
1:7; 8 enseña que uno de los requisitos para quien anhela el obispado en la
iglesia es ser hospedador. En 1 Timoteo 5:10 Pablo dice que las viudas de la
iglesia deben practicar la hospitalidad para ser tomadas en cuenta a la hora de
recibir ayuda financiera dentro de la congregación. Servir a otros debe ser un
sello que marca a cada creyente. No es una opción, sino un mandamiento divino
que no debe ser olvidado.
Ejemplos bíblicos del hospedaje
En
las Escrituras tenemos suficientes ejemplos de personas que dieron hospedaje y
lo consideraron como un alto honor. Algunos de ellos, que impactaron mi vida y
me sirvieron de inspiración, son:
- Gayo.
Se decía de él que era hospedador de todo el mundo (Romanos 16: 23a). Creo
que no tenemos que investigar mucho para saber que él poseía la virtud de
ser un excelente anfitrión al abrir sus puertas para los hermanos en la
fe. Pablo era testigo de ese noble servicio, el cuál él mismo disfrutó.
- Otro
caso que me impactó es el de Publio, quien era un hombre principal en
la isla de Malta, donde el apóstol Pablo y sus compañeros naufragaron y
fueron hospedados por tres días mientras el padre de Publio se encontraba
en cama por una enfermedad. Pablo entró donde estaba el
enfermo, oró y lo sanó (Hechos 28: 7, 8).
- Priscila
y Aquila. Le dieron posada a Pablo por más de un año y mostraron
su hospitalidad a Apolos para instruirlo más correctamente en las
Escrituras (Hechos 18).
- Mi ejemplo favorito es el de
Lidia, una vendedora de púrpura quien insistió al apóstol Pablo para que él y su
comitiva se quedaran en su casa cuando ellos visitaron su ciudad. Consecuentemente, toda la familia de
Lidia llegó a conocer a Cristo.
¡Allí se estableció la primera iglesia en Europa! (Hechos 16:14,15).
A
través de estos ejemplos, vemos que brindar alojamiento puede ocurrir bajo
diferentes circunstancias. Muchas veces se requiere de un gran sacrificio y de
voluntad para servir, pero al mismo tiempo, hospedar otorga grandes beneficios
para la obra evangelística y trae también bendiciones personales.
Negación bíblica para el hospedaje
Existen
algunos motivos válidos para negarle a alguien el hospedaje. Por ejemplo, una
situación económica muy precaria en el hogar o falta de espacio, entre otras
cosas. Sin embargo, la Palabra de Dios nos advierte acerca de dos casos en
especial:
1. Los falsos maestros
A través del apóstol Juan, en 2 Juan 10-11, se
nos dice que nos apartemos de los que se desvían y no permanecen en la
enseñanza de Cristo, y que no los recibamos en casa porque nos podrían desviar
de la verdad.
2. El hermano que persiste
en pecar
Pablo nos dice en 1 Corintios 5:11-13 que no
andemos en compañía de los que se llaman hermanos pero practican el pecado. Nos dice que ni siquiera comamos con
ellos.
Esas dos advertencias pudieran parecer fuertes e
“injustas”, o denotar falta de amor; aun así, la sabiduría del Señor no se debe negociar.
Cómo hospedar de una forma placentera
Hay
quienes estarían dispuestos a hospedar pero no saben cómo hacerlo. En el
capítulo cuatro de mi libro Atrévete a
hospedar, doy algunos “tips” de cómo practicar la hospitalidad de la forma
más agradable posible. Resumiría esas recomendaciones en tres puntos:
- La bienvenida
La amabilidad es el primer paso para hacer
sentir bien y como en casa al huésped. El
hogar puede
estar en perfectas condiciones, pero si no hay amabilidad, no será una estadía placentera. En
ese caso, no importa que les brindes a tus invitados la mejor comida porque sin dudas tendrá un sabor desagradable.
- La limpieza
Considero que la limpieza y la higiene son los
aspectos más importantes para mí y para muchos a la hora de dar o recibir
posada; nadie quiere ser hospedado en un lugar desordenado y sucio. Alguien
me dijo una vez que las dos cosas que más
valoraba al momento de ser hospedada en una
casa eran la cocina y los baños limpios.
Recuerdo que una vez nos tocó, como familia, quedarnos en un hogar muy humilde.
A pesar de eso, la habitación y el baño estaban limpios y en orden, y aunque
tuvimos que bañarnos con agua fría, la estadía fue muy reconfortante.
- El respeto mutuo
Eso abarca varios aspectos de la convivencia como: la privacidad del otro, la comprensión y el agradecimiento. Es una avenida de dos vías. El huésped o el anfitrión puede contribuir al éxito o al fracaso de la estadía. Ambos deberían practicar el hecho de ver al otro como superior a sí mismo (Filipenses 2: 3, 4). Lamentablemente, por causa de malas experiencias en cuanto al hospedaje, muchas personas deciden no “correr riesgos” y omiten ese mandamiento. Aun así, debemos hacer el esfuerzo de nuestra parte y dejar el resto en las manos del Señor.
Jesús, un modelo de la hospitalidad
Jesús
manifestó claramente a sus discípulos en Lucas 9: 58 que Él no tenía dónde
recostar su cabeza, dando a entender que no tenía posesión alguna aquí en la
tierra. No obstante, cuando sus nuevos discípulos, Andrés y Simón Pedro,
indagaron sobre su residencia, Él gustosamente los llevó a donde moraba y se
quedaron con Él esa noche (Juan 1:38, 39). Definitivamente, Jesús siempre fue y
será el mejor anfitrión de todos los tiempos. ¿No lo crees, amiga? Un día
disfrutaremos plenamente de la hospitalidad eterna de nuestro amado Salvador
porque Él dijo que iba a preparar morada para nosotras en la casa de su Padre,
y allí estaremos con Él ¡por siempre! (Juan 14: 2, 3).
La
Biblia no nos exige demasiado para poder ser hospitalarias en nuestro hogar. No
necesitamos una casa grande y lujosa, o comida de gourmet para recibir visitas.
No son necesarios los cubiertos más finos que hayan en el mercado ni las
sábanas más elegantes para impresionar a los visitantes; se trata de servir al
prójimo y estar atentas cuando se presente la oportunidad para hacerlo.
Dar
hospedaje es un mandamiento de Dios para obedecer y cada cristiano debe hacerlo
sin excepción de etnias, cultura o posición social y económica.
Porque ustedes, hermanos, a libertad fueron llamados;
solo que no usen la libertad como pretexto para la carne, sino sírvanse por amor los unos a los otros (Gálatas 5: 13).
Querida
hermana en Cristo, te animo a empezar a practicar ese mandato del hospedaje si
no lo estabas haciendo, dándole la debida importancia. A lo mejor el Señor te
invita a abrir tu hogar para el estudio bíblico de un grupo pequeño de la
iglesia o quiere que reserves una habitación para dar posada cuando sea necesario.
A
ti, que sí tienes experiencia en hospedar, te animo a seguir practicándolo y a
mejorar en ciertas áreas que quizás necesitan un cambio de tu parte.
Aprende de los ejemplos bíblicos y de Jesús, y recibe sus bendiciones. Entiende que el hospedaje es un acto de amor al prójimo y que debemos dar de gracia lo que por gracia hemos recibido. No te olvides de la hospitalidad y de ser una excelente anfitriona para la gloria de Dios.
Permanezca el
amor fraternal. No
se olviden de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles
(Hebreos 13: 2).
Escrito por Valerie Hooi de Balootje.
Acerca de la autora
Valerie Hooi de
Balootje es de Curazao, una isla neerlandesa del Caribe. Está casada con
Kenneth Pedro Balootje hace ya 31 años. Tienen dos hijos adultos ya casados,
Kevin y Kenrison, y una nieta, Alysha. Valerie y Kenneth sirven como misioneros
en República Dominicana desde 1994.
En cuanto a su
profesión, Valerie es maestra. En cuanto al servicio en la iglesia local, por
un lado, sirve en el ministerio de enseñanza a las mujeres y, por el otro, en
el ministerio de parejas junto con Kenneth.
Actualmente, se
congregan en la Iglesia Bíblica Sola Gracia de Santo Domingo en República
Dominicana. Kenneth es director del ministerio Sembrando para la Eternidad, el
cual se enfoca en el evangelismo y discipulado a través de diferentes métodos y
actividades.
Hasta el
presente, Valerie ha escrito dos libros. El primero se titula Más allá de las carcajadas y el segundo,
Atrévete a hospedar. Este último se
encuentra disponible en Amazon tanto en formato físico como digital.
Gran desafio.Muchas bendiciones.
ResponderEliminarDios te bendiga!
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