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La regla de oro en el noviazgo cristiano

  ¿Alguna vez te pusiste a enumerar cada uno de los consejos que te han dado sobre el noviazgo? ▪         Estén de novios al menos un año ▪         No estiren el noviazgo más de un año. ▪         Salgan siempre en grupos, con amigos. ▪         Asegúrense de tener un tiempo a solas también. ▪         No se besen antes de casarse. ▪         Pero, ¿cómo pueden saber si hay "química" entre ustedes si no se besan? ▪         Dejen en claro cuáles son los límites. ▪         No hagan exactamente lo que otros hicieron. ▪         Pasen mucho tiempo juntos. ▪         Midan la cantidad de tiempo que pasan juntos. ▪         Conozcan a varias personas antes de comprometerse con una. ▪         Mejor no traten de conocer a nadie hasta que estén realmente listos para casarse.  La lista podría seguir. De hecho, si eres parte de una comunidad cristiana, seguro tengas más cosas para agregar. El punto es que, aunque entre cristianos todos sigamos a Cristo, leamos la misma Biblia y tengamos un mis

La respuesta en la ventana

Antes de “la primera ola” de la pandemia, se anticipó lo peor: tenía en el baúl del auto un bolso listo para no volver a casa. Maquinaba en mi mente todos los problemas que podían venir y, a la vez, pensaba en que debía estar preparada. Ese día llegó antes de lo imaginado. Una tarde, me despedí de mi hija y de mi esposo, y les pedí que me esperaran con la mesa lista para el té. Sin embargo, ese mismo día no volví a casa. Como médica, soy quien está al servicio de los que tienen problemas de salud, pero esta vez me tocó a mí ser el paciente. Había quedado internada.

Mientras estaba aislada en la habitación, me preguntaba qué iba a ocurrir con mi esposo, con mi hija, con la comida, con el auto que estaba a la intemperie en el estacionamiento del sanatorio… ¿Habría contagiado a mi familia? ¿Cómo se las arreglarían sin mí? ¿Me quedarían secuelas? ¿Iba a morir?

Ese día el Señor me había llevado a hacer un “trabajo práctico”. Tarea: mirar por la ventana. No sabía que mi estadía en el sanatorio duraría ocho días. Le había prometido a mi hija de cuatro años que volvería en un rato a tomar el té. En cambio, el Señor tenía otros planes: una semana de “spa espiritual” para escudriñar y hacer un diagnóstico y tratamiento a mi corazón. Sólo quedaba observar hacia afuera, meditar y esperar.

De repente, obtuve la respuesta. Al mirar por la ventana, pensaba en lo tragicómico que es preocuparse por morir.  El que muere no puede solucionar los problemas que dejó sin resolver, ya que es obvio que su muerte deja como resultado su propia ausencia. Quedaba en evidencia esa actitud pecaminosa y esa sensación de ansiedad por querer tener las soluciones de inmediato y las cosas resueltas anticipadamente. El Señor preparó una lección; una ilustración para mí cada tarde en la ventana, que me llevó a pensar y a examinar mi ansioso corazón a través de Mateo 6 (Mateo 6:2-34).

La preocupación es ocuparse previamente de un asunto. Al igual que cuando nos enfrentamos a un problema mentalmente, como el hecho de imaginar de qué forma desenmarañar un ovillo antes de haber ido a comprar la lana. También, como cuando se nos plantea una inminente dificultad futura y tratamos de encontrar todas las posibles soluciones. Un laberinto de posibilidades que todavía no se han concretado o un ajedrez en el aire. Muchos han dicho: “La depresión es un exceso de pasado; el estrés, un exceso de presente; y la ansiedad es un exceso de futuro”.

¿Dónde podemos encontrar un antídoto para la ansiedad? En el Sermón del Monte (Mateo 5, 6 y 7). Allí el Amo se dirige a sus siervos; el Rey, a sus súbditos; el Maestro, a sus discípulos. El Señor Jesucristo, el Mesías prometido, enseña acerca de las características de los que pertenecen a su Reino; el contraste entre los que han sido declarados justos por la fe en Cristo y los gentiles. No está exponiendo las condiciones para entrar o permanecer en su Reino, sino cómo piensan y viven aquellos que ya pertenecen a él. Ellos no pueden vivir controlados por la ansiedad, ya que es un mandamiento del Rey: “no os afanéis” (Mateo 6:31-34). Este nuevo modo de pensar y  actuar es posible porque los justificados han nacido de nuevo. Los que pertenecen a su Reino no sirven a las riquezas. Ellos no son controlados por el amo de las posesiones, no están pendientes de la búsqueda y adquisición de “estas cosas” (v. 32) porque el Rey garantiza su provisión, y ellos confían en su Palabra y saben que Él es fiel y digno de confianza. Saben que el Padre Perfecto proveerá.

Por otro lado, ¿cuáles son “todas estas cosas” del versículo 32? ¿No son aquellas que tienen que ver con el sustento de nuestras vidas? ¿No es acaso lícito ocuparse y ser diligente en tratar de satisfacer las necesidades básicas de nuestro cuerpo y alma?

Sin embargo, el “deseo de la carne” a veces se disfraza de necesidad, y el problema se genera desde el corazón porque buscar satisfacción fuera de Dios subyace en un lecho de incredulidad de parte de uno en cuanto a la Palabra de Dios (ver Mateo 6:30).

¿Acaso no es esto lo que le ocurrió a Eva en el Huerto? Habiendo sido engañada, pensó que el fruto del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal iba a satisfacer sus necesidades (aunque no tenía ninguna en realidad) porque el árbol era agradable a los ojos y codiciable para alcanzar sabiduría (Génesis 3:6). Priorizó atender su deseo sin tener en cuenta a Dios como el proveedor de todas sus necesidades y como su único deleite, menospreciando y poniendo en duda la Palabra de Dios.

En cambio, el Señor Jesucristo, a pesar de tener una real necesidad física y habiendo ayunado en el desierto, tenía como único deleite a Dios y Su Palabra. No se enfocó en trabajar para solucionar sus “necesidades”, sino que estaba dedicado a cumplir la voluntad de Dios (Mateo 4:1-11). La búsqueda de “todas estas cosas” (v. 32) es, en el fondo, creer que yo las tengo que procurar por mí mismo porque no hay plena confianza en que Dios satisfaga mis necesidades. Sin embargo, los discípulos de Cristo ponen como prioridad en sus vidas los principios del Reino y la búsqueda de su extensión, confiando en que Dios proveerá lo que les haga falta.

En contraste, los gentiles se caracterizan por no poner su confianza en Dios. Desacreditan su Palabra y su carácter. No están bajo su señorío. Su actitud de desestimar a Dios manifiesta que sirven, aman y estiman a otro amo: las riquezas. No necesariamente porque estén en la búsqueda de ser millonarios, sino porque están valorando a otra cosa que no es Dios. Están bajo el señorío de un tirano insaciable, al cual adoran. Están ocupados en proveer por sí mismos aquellas cosas que sus cuerpos necesitan. Este es su trabajo permanente e incesante. No esperan en la provisión de Dios, tanto en lo material como en lo espiritual, ya que no consideran que dependen de la justicia de Cristo para su reconciliación con Dios e ignoran (voluntariamente o no) que están bajo su ira.

¿A quién estoy sirviendo y amando? A quien tengo por amo. No se puede ser esclavo de dos amos. No puedo servir a Dios y a las riquezas. No puedo decir que confío en Dios y que Cristo es mi Rey si estoy en un permanente estado de ansiedad porque el verdadero discípulo de Cristo lo tiene sólo a Él como su amo, su proveedor y su único deleite.

No es una lección que se pueda aprender en un solo día porque cada amanecer trae nuevos problemas y nuevas causas de ansiedad. Es por eso que el Señor preparó atardecer tras atardecer. Durante una semana, contemplé en mi ventana un impresionante espectáculo que me permitió seguir meditando en esto para que mi corazón cambie: una bandada gigantesca de gaviotas que volaban y hacían hermosas figuras . Cada tarde la coreografía era diferente. No se las veía preocupadas. ¿Dónde habían estado todo el día?  Se reunían para disfrutar la puesta del sol y acomodarse en un árbol. Esperaban que su Creador las sustente y recogían el alimento que Él les daba.

Estas aves fueron la respuesta en mi ventana. ¿Por qué estaba yo ahí? Para aprender que no se puede servir a Dios y a las riquezas. El Rey ordena “no os afanéis”. Cada día conlleva necesidades, las cuales Él promete suplir a los que son suyos. Nuestro amoroso Amo tiene la responsabilidad de proveer las cosas para sus esclavos. Él es siempre fiel. ¡Y sus recursos son infinitos! Si Dios provee para las necesidades de seres como las aves y las flores, ¿cómo no dará los recursos que necesitan sus Hijos?

Mi amada hermana, ¿estás priorizando el Reino de Dios y su justicia? ¿O estás preocupada por asuntos temporales? Mirá los pájaros en tu ventana.

 

Escrito por Carolina Harris

 

 

Bibliografía:

Carballosa, Evis L. (2007). Mateo: la revelación de la realeza de Cristo. Editorial Portavoz.

MacArthur, J. (2016). El único camino a la felicidad. Editorial Portavoz.

Comentarios

  1. Muchas gracias🥰Cariños para todas.

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  2. Hermoso devocial que nos asienta a no dejar de poner los ojos en Jesús, el autor perfecto de todas las cosas, gracias una vez mas, Dios les bendiga a Él sea la gloria por siempre❤ bendiciones

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    1. ¡Gloria al Señor! ¡¡Gracias por tu comentario!!
      Bendiciones ♥

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  3. Gracias! que bueno es poder confiar en que DIOS suple todo lo que necesitamos.

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  4. Gracias Caro por enseñarnos a través de tu prueba, Gracias por la Palabra de Dios.. El Señor nos ayude a recordar que todo lo que necesitamos está en El y es Cristo. Podemos estar confiadas! Santiago 1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto.
    Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
    Jeremías 17:7‭-‬10



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  5. Maravilloso! que hermoso es saber que el Señor suple siempre todas nuestras necesidades y que no tenemos de que preocuparnos! así como el alimenta a las aves también lo hará con cada una de nosotras! el Señor nos ayude a depender y confiar solo de Él en todo momento.

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  6. Bello y como trabajadora de la salud el 2020
    Me tocó pasar por esto y también llegué a pensar
    Y si muero . Tenía la seguridad de que descansaría con mi señor . Pero uno piensa en los que quedan. .
    Pero si el Señor cuidaría de ellos también.

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    1. Así es! Muchas gracias por compartirnos tu reflexión
      Gracias a Dios por su cuidado ♥

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