Estar casada con un
hombre que no conoce a Cristo puede deberse a que la gracia del Señor te alcanzó
estando ya en matrimonio o ser consecuencia de desobediencia o necedad.
En primer lugar me
gustaría dirigirme a las mujeres solteras, especialmente a aquellas que tienen
en su corazón a algún joven no creyente.
Hermana, no caigas en el engaño de creer que vos lo vas a cambiar, esa es una
obra que sólo el Espíritu Santo puede hacer. Que un esposo no creyente se convierta después de la
concepción del matrimonio en yugo desigual es la excepción y no la regla,
tampoco el modelo. Casarse con un incrédulo es pecar contra Dios.
No importa lo buena persona que sea según los
estándares terrenales, ni lo que te haga sentir su presencia, lo que importa es su posición ante
Dios. Por lo tanto huye —física y espiritualmente— de cualquier cercanía amorosa que puedas tener con un hombre soltero
que no sea cristiano.
"No se asocien íntimamente con los que son incrédulos. ¿Cómo puede la justicia asociarse con la maldad? ¿Cómo puede la luz vivir con las tinieblas? ¿Qué armonía puede haber entre Cristo y el diablo? ¿Cómo puede un creyente asociarse con un incrédulo?”
2 Corintios 6:14-16i
En un comienzo puede
que todo sea color de rosas, pero la realidad es que siempre habrá un abismo entre los dos porque sus
naturalezas son diferentes, estarán unidos en matrimonio, pero espiritualmente
te sentirás muy sola, él no va a entender el fundamento de tu vida ni lo que
realmente te motiva. Los inconversos no pueden comprender el diseño de Dios
para el matrimonio y la familia, mucho menos llevarlo a cabo. Hacer que no
cristianos cumplan estándares bíblicos que son incapaces de cumplir es una
forma de amargarlos contra la Biblia, la iglesia y contra vos misma.
Esta relación desigual con tu pareja puede conducir a dos alternativas:
1) Que persistas en tu andar cristiano fielmente, alimentándote de la
Palabra, buscando más y más al Señor, abundando en frutos de piedad y creciendo
en santidad. Pero la distancia entre los dos será cada vez mayor; sus deseos,
intereses, distracciones y tantas otras cosas van a ser diferentes. Él no va a
entender lo más profundo de tu persona y eso hará una vida difícil para los
dos, no sólo para vos.
2) Que te enfríes espiritualmente, relegando la fe y la comunión con los hermanos a un segundo plano. Con el fin de estar más en sintonía con tu cónyuge, podrás ir empujando a Cristo a los márgenes de tu vida, no tendrá el lugar principal y dejará de ser lo primero en tus pensamientos y tu corazón porque eso te distanciará de tu pareja.
Las consecuencias de ambos casos son terribles, por lo que
no hay que casarse con un hombre no creyente. Un matrimonio desigual no es sólo
imprudente para el cristiano, también es injusto para el no cristiano, y va a
terminar siendo una carga para los dos.
Si hoy te encontrás
cercana a esta situación, te animo a que puedas esperar, buscar en oración la
guía amorosa del Señor y seguir Su voluntad. Hablá con tu pastor y con hermanas
piadosas maduras que puedan aconsejarte bíblicamente y acompañarte en este
tiempo.
Dios siempre tiene razón y siempre actúa de acuerdo con lo
que es bueno, correcto y justo. Si
estás pasando por esto puedo asegurarte que te entiendo, pero la voluntad de
Dios es buena, agradable y perfecta. Escoge Su voluntad, es la correcta. No te dejes llevar por las
emociones de un corazón que, según la Biblia, es engañoso. No tomes esa
decisión a la ligera, es la decisión más importante que vas a tomar en tu vida
y la que va a afectarla por completo. Espera en Dios, esto es honrarlo.
“Asimismo vosotras, mujeres, estad
sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a
la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus
mujeres”
1 Pedro 3:1ii
Amada hermana, si conociste al Señor luego del matrimonio,
la Palabra misma te instruye a permanecer unida a tu esposo, pues Dios te llamó
a salvación estando casada.
Si por el contrario desobedeciste a Dios casándote con un
hombre que no es salvo o lo hiciste en necedad e ignorancia quiero decirte que
aunque hayas
fallado, si confesamos y nos arrepentimos de nuestros pecados, Dios usa
nuestros errores para hacernos crecer espiritualmente y llevarnos a un nivel de
mayor conocimiento y entrega a Él y así poder glorificarlo aún en medio de las consecuencias
de nuestras fallas.
Vivir con alguien que no ama al
Señor puede resultar difícil y llegar a ser algo muy doloroso, pero no debes
caer en la auto-conmiseración y sí debes llevar todo pensamiento cautivo a la
obediencia de Cristo. Tener
el enfoque correcto cambia la perspectiva de ser la víctima y del dolor al
triunfo y la esperanza en Cristo.
El ser una hija de Dios es lo que me identifica, no mis circunstancias,
ni la fe de mi esposo, ni lo que pueda sufrir por mi propia fe. Esto da
sentido, esperanza y gozo a mi vida. El Señor es la fuente primaria de mi
satisfacción y plenitud y me otorga el privilegio de representar algo de Él en
mi matrimonio.
Por encima de las circunstancias, debes buscar honrar y
obedecer al Dios que amas y que te unió a tu esposo en ese pacto eterno. Dios está permitiendo un esposo incrédulo
con el fin de que puedas mostrar el carácter de Cristo, pero al mismo
tiempo Dios usa ese dolor con el propósito de moldearte más a la imagen de
Cristo. Podemos descansar en que el Señor es capaz de transformar el corazón
más duro, empezando por el nuestro.
El
matrimonio no es una cruz que soportar sino una maravillosa oportunidad que
Dios permite, en la cual puedo practicar ser como el maestro.
(Carol
Cornish, 2012, cap. 9)iii
Es hermoso mirar a mi esposo y pensar que Dios en su
misericordia me puede usar como un instrumento para que él llegue a Cristo. Me
entusiasma ver a la persona que ahora veo y lo que Dios puede llegar a hacer. Poder
ser un vehículo en Su obra de transformación al reflejar a Cristo en mi vida.
La posibilidad de formar parte de este milagro es un privilegio que el Señor me
dio.
Tenemos dos armas poderosas. La piedad y la oración.
Dios usa a menudo una vida piadosa para producir una
convicción de pecado en nuestro esposo. La conducta santa de la esposa es el
testimonio más valioso para abrir el corazón del esposo al Evangelio. Una
actitud amorosa, amable y sumisa es la herramienta de evangelización más eficaz
que tiene la esposa creyente. Él necesita oír las palabras de salvación, pero
esto impactará en su vida si él puede ver que ella vive lo que predica. Debe
poder ver el milagro de la transformación a través de una vida sumisa, fiel,
con un comportamiento irreprochable y puro hacia Dios y hacia su esposo.
Mediante la oración tomamos nuestras preocupaciones y las
presentamos al Señor. Debemos clamar al Señor que nos conceda Su gracia para
vivir de forma prudente, siendo un reflejo de su amor, compasión y
misericordia, dependiendo de Su gracia en cada momento, porque separadas de Él
no lo podremos hacer. Dios ama a mi esposo y desea su salvación mucho más que
yo, por lo que entregarlo en su altar y descansar en Él es apelar a un Poder
mucho más elevado, a alguien que es mucho más eficaz que yo para ayudarlo a ver
su necesidad.
“Cabe aclarar que tu vida piadosa y tus
oraciones, sin importar cuán fieles y sinceras sean, no garantizan que tu
esposo se vuelva al Señor o se arrepienta de decisiones y hábitos pecaminosos.
Aún así, conforme oras y confías en el Señor respecto a tu matrimonio, puedo
garantizarte que algo va a cambiar. Tú te volverás más fuerte y más sabia. Tu
ejemplo puede influir sobre otros e inspirar a otros a confiar en Dios también.
Y puedes experimentar una paz sobrenatural cuando confías tu vida, tu pareja y
tu matrimonio a Cristo sin condiciones, para que Él haga lo que sólo Él puede
hacer”
(Nancy
Leigh DeMoss, 2018, p.172)iv
Mi esperanza no está en mi esposo, sino en Dios, en Sus
promesas, Su carácter y Su Poder para que un día mi esposo se una a mí en la
fe.
He encomendado mi alma al Fiel Creador, a Aquél que tiene
el control absoluto de mi esposo y de su situación. Su voluntad es buena,
agradable y perfecta.
Escrito por Anamá Di Prinzio
i Versión Nueva Traducción Viviente, NTV.
ii Versión La Biblia de las Américas, LBLA.
iii Fitzpatrick Elyse y Cornish Carol. (2012). Mujeres aconsejando a mujeres. Graham, Estados Unidos: Publicaciones Faro de gracia.
iv Leigh DeMoss, Nancy. (2018). Mentiras que las mujeres creen (p. 172). Michigan, Estados Unidos: Editorial Portavoz.
Comentarios
Publicar un comentario