¿Alguna vez te pusiste a enumerar cada uno de los consejos que te han dado sobre el noviazgo? ▪ Estén de novios al menos un año ▪ No estiren el noviazgo más de un año. ▪ Salgan siempre en grupos, con amigos. ▪ Asegúrense de tener un tiempo a solas también. ▪ No se besen antes de casarse. ▪ Pero, ¿cómo pueden saber si hay "química" entre ustedes si no se besan? ▪ Dejen en claro cuáles son los límites. ▪ No hagan exactamente lo que otros hicieron. ▪ Pasen mucho tiempo juntos. ▪ Midan la cantidad de tiempo que pasan juntos. ▪ ...
Así
que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos
12:1-2
En su carta a
los romanos, después de enseñar en forma extraordinaria acerca de la Gracia que
nos ha sido otorgada en Cristo, el apóstol Pablo nos habla acerca de lo que
debería ser una respuesta lógica ante tanta misericordia recibida. El texto es
claro, ¡no se trata de recibir más, sino de entregarlo todo! Cristo se entregó
al Padre por nosotras, a fin de que nosotras pudiéramos entregarnos de lleno a
Él. Con sus palabras lógicas de persuasión, Pablo nos muestra que nuestro acto
supremo de adoración consiste en ofrecernos a nosotras mismas como sacrificio
vivo, santo y agradable al Señor de manera total y continua.
Pablo nos enseña que Dios nos bendijo con toda
bendición espiritual en Cristo (Efesios 1:3), y que en Él estamos completas
(Colosenses 2:3-10). De forma similar, Pedro, en su segunda carta nos dice que
mediante el conocimiento verdadero de Cristo que lleva a la salvación, tenemos
todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad (2 Pedro 1:3). Además,
contamos con la ayuda del Espíritu Santo que, según 1 Juan 2:27, nos enseña
todas las cosas. Se nos ha dado todo; no podemos tener más de lo que ya nos ha
sido otorgado. Sin embargo, debemos asumir que nuestra nueva y vieja condición
están entrelazadas, y que es en el entendimiento donde elegimos si vamos a
expresar nuestra nueva naturaleza con una vida santa o permitir que la
humanidad carnal actúe en contra de la santidad de Dios.
El verbo traducido “conforméis”, alude a una expresión
o apariencia externa que no refleja lo que hay en el interior. La voz pasiva y
el modo imperativo demandan la siguiente traducción: “no permitan que el mundo
que las rodea las coloque, por la fuerza, en su propio molde”. En otras
palabras, no debemos permitir que la influencia de este mundo, que vive a
espaldas de Dios, llegue a convencernos de que lo más conveniente es seguir sus
patrones de vida. Ya fue suficiente y terrible el tiempo que vivimos sin Dios
en este mundo como para elegir volver a conducirnos de esa manera. Ahora se nos
ha dado una nueva naturaleza (2 Corintios 5:17), un nuevo hombre que se goza en
la santidad para con Dios y en la justicia para con los demás (Efesios 4:24).
En consecuencia, el pecado ya no nos divierte, sino que nos duele. Ahora
tenemos una sed por Dios que antes no experimentábamos, una necesidad de Dios
que sólo se aplaca cuando le buscamos, un nuevo corazón que sólo se goza cuando
caminamos en obediencia.
Mi querida hermana, nuestro gozo y satisfacción de
este lado del cielo está atado a la santidad y a la obediencia a su Palabra,
pero ¿cómo obedecer algo que no conocemos?
Por la misericordia de Dios, vinimos a Cristo en
arrepentimiento y fe; sin embargo, lo hicimos cargando con un bagaje cultural
de ideas alojadas en nuestra mente que necesitan ser renovadas con la Palabra
de Dios. Para describir esta renovación espiritual, Pablo utiliza un verbo
griego que denota un cambio interior que a su vez se refleja en un cambio exterior.
Lo que Pablo quiere decir es que nuestra naturaleza interior redimida debe
manifestarse en una conducta exterior que avance en el camino de la
santificación progresiva. A la luz de todo lo expuesto, debemos concluir que el
cambio interior se produce sólo por medio de la renovación de los pensamientos,
a través de la meditación en las Escrituras. Sin embargo, no se trata de una
experiencia instantánea, o de “efecto microondas”, dónde te sentás y leés la
biblia un día y sos mágicamente transformada. Nuestros corazones son engañosos
y seguimos luchando todos los días con nuestra carne, naturaleza caída, o en
palabras de Pablo, con nuestro “cuerpo de muerte”. Necesitamos renovar la mente
con la Palabra de Dios todos los días. Se trata de un proceso en el que debemos
trabajar diariamente, mediante el cual, Dios santifica en forma progresiva
nuestra manera de pensar y, en consecuencia nuestra forma de vivir, para su
gloria y nuestro gozo.
Para finalizar, las invito a reflexionar sobre el
siguiente fragmento extraído del libro “Mi querido Timoteo”, editado por Thomas
Ascol:
«Timoteo, nosotros no somos como máquinas automáticas
que pueden funcionar todo el día con una sola carga. No espero que mi
devocional de la mañana me sostenga a las 14:30 de la tarde, ni aún siquiera
hasta las 11:00 de la mañana. Todo el día, todos los días, necesito seguir
dirigiendo mis pensamientos a Dios, continuar ofreciendo gratitud por
innumerables evidencias de gracia, y seguir echando mis cargas en aquél que se
ocupa de mí con un perfecto amor y fidelidad.»
Escrito por Alicia Merino.
Bibliografía consultada:
- MacArthur, J., (2003). Comentario del Nuevo Testamento. Romanos. Michigan, Editorial Portavoz
Bibliografía consultada:
- MacArthur, J., (2003). Comentario del Nuevo Testamento. Romanos. Michigan, Editorial Portavoz
Una bendición! Graciass!
ResponderEliminarLa gloria sea al Señor por Su Palabra!
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